Título: Recordando al maestro Carlos Alberto Melo Salazar
- Arminio del Cristo Mestra Osorio
- 19 jun 2020
- 5 Min. de lectura
Por: Arminio del Cristo Mestra Osorio
Soy folclor soy alegría
Soy tristeza y desengaño(bis)
A mí me están matando los años
Y no me compongo todavía (bis)
Soy un hombre solitario
Confundido en mis lamentos (bis)
Soy como esos cóndores que el tiempo
Lo va convirtiendo en legendarios (bis)
Quiero iniciar este homenaje al maestro Carlos Alberto Melo Salazar con un par de estrofas del paseo 'Cóndor Legendario', del compositor Alfonso Molina, un clásico de la música de acordeón o vallenata.
Con este tema en 'modo menor' conocí a este locutor de la radio colombiana en un sitio conocido como 'El refugio de los Buendía' en la ciudad de Bogotá por la década de los años 70 en la calle 49 con 13.
Un recuerdo. No puede pasar desapercibido en mi vida. Allí lo encontré un domingo a las tres de la tarde. Lo saludé con el respeto que se merecía un personaje oriundo de Ciénaga (Magdalena). Era admirado por la forma de presentar la música de Francisco el Hombre.
Me invitó a sentarme en su mesa. Dialogamos durante horas con el fondo musical del 'Cóndor Legendario'. Este canto vallenato tenía una trascendencia muy particular para este Hombre. Sabía leer un poema, como también recitar los versos de Borges y Neruda.
Alegría, tristeza, desengaño, años, soledad, legendario, miedo: sobre esas palabras fue transcurriendo la conversación durante toda la tarde. Ésta estuvo matizada por una lluvia no impertinente, sino todo lo contrario, matizó una conversación con ribetes de humildad.
En un momento me pregunté ¿qué podía aportar a esta figura de la radio?, pero el diálogo me dejó en claro las posibles interpelaciones al personaje.
Mi aporte le satisfizo. Le llamó la atención por ser muy joven. Le había podido elaborar una reflexión con los maestros del acordeón donde primó un argumento cargado de muchas precisiones. Esto hizo mérito para la invitación a su programa vallenato.
El conocimiento sobre esos razoneros: (yo no los llamo juglares) como Alejo Durán, Julio de la Ossa, Luis Enrique Martínez, Abel Antonio Villa, Andrés Landero, Nafer Durán, Calixto Ochoa, Lisandro Meza, lo aprendí de mi padre quien fue un fiel seguidor de estos acordeoneros. Esto sirvió para que la conversación con el maestro se volviera más interesante.
De allí se desprendió una amistad y fue el inicio de un largo recorrido por el folclor vallenato.
Concibió el miedo en sus justas proporciones tal como se analiza desde el referente sociológico y político. Muchas veces conversamos sobre la tragedia, muerte, miedo, traición, el desamor en el canto vallenato.
No fue el analista profundo. Su discurso no tuvo esa complejidad literaria. Hablar con él de vallenato era aproximarse a una homilía; tenía una voz portentosa que cualquier locutor o locutora de hoy desearía tener.
Tenía una manera natural de explicar el mundo. Su vida cotidiana era contada con sus aportes reflexivos.
Ese miedo en Carlos Melo tal vez podría aproximarse al descrito por Corey Robin, en su libro 'El Miedo': ¿Por qué miedo? Quizás porque para los autores de la Biblia el miedo es la más eléctrica de las emociones. Antes de tener miedo, Adán y Eva existían y actuaban en el mundo, pero sin experiencia palpable del mundo. Atemorizados, ahora rebosantes de experiencia, con la promesa de Dios de tener aún más: para Eva, parir con dolor; para Adán, el rigor del trabajo; para ambos, el pavoroso conocimiento de la muerte. Adán y Eva sólo tienen una perezosísima apreciación del bien y una dudosísima aprehensión del mal. Su cuestionable conocimiento del mal los convierte en espectadores de sus propias vidas...
Nosotros no podemos hacer abstracción de estos momentos mucho menos desconocerlos.
El Festival de la 'Leyenda Vallenata' le debe mucho a Carlos Melo. "Dueño de una voz innata, extraordinaria, una chispa única, ricas anécdotas". Su voz, vocalización, pronunciación, estilo, énfasis fueron más que el registro sonoro en la presentación de los programas 'Concierto Vallenato' (Radio Juventud) y 'Estampas Vallenatas'. (Radiodifusora Nacional).
Estos programas se constituyeron en la cita permanente con los oyentes. No solo se conformaban con escucharlo. Acudían a las emisoras donde se hacían los programas: Querían conocer al Jilguero de Ciénega.
Los micrófonos de R.C.N., Caracol, HJCK, Radio Juventud supieron de la valía de esta voz portentosa. No solo engalanaba la cabina de radio; la música folclórica y clásica se acomodaban a su estilo.
Entendiendo que "El estilo es el esfuerzo por medio del cual la inteligencia y la imaginación encuentran los matices, las relaciones de las expresiones y de las imágenes, en las ideas y en las palabras o en las relaciones del pensamiento".
Su estilo oral estaba matizado por la claridad, concisión, coherencia, sencillez, naturalidad.
Partió mi maestro Carlos Alberto Melo Salazar. Se fue dejando muchas enseñanzas de cómo hablar del vallenato. Cómo presentar la música clásica. Hablar de la música del Caribe a través de la Sonora Matancera, el bolero: como leer un poema y declamar un canto popular.
Adiós al maestro. Viviré agradecido por todas sus apuestas. Por la confianza que me brindo al lado de otro compañero como lo es Narciso de la Hoz.
Agradecido por esa oportunidad en la 'Voz de la Sabana'. Por lo prometido aquella tarde lluviosa que se cumplió cuando me abrió el micrófono y me dijo “hable sobre Alejo Durán”.
Duré un largo tiempo acompañándolo. De allí pasé a realizar con Narciso 'Fiesta de Acordeones' en la básica de R.C.N. esto permitió presentarme a nivel nacional y empezar a profundizar en este folclor, el cual tenía sentido de pertenencia a partir de 'Cien años de Soledad'.
Compartí la presentación del 'Festival Nacional del Porro'. Nos vimos en más de una ocasión en el Festival Vallenato: Un Festival egoísta no solo con él, sino con muchos locutores, empeñados en divulgar este encuentro de acordeoneros.
Nunca se le ha hecho reconocimiento a estos baluartes de la locución que buscaron darle la trascendencia a ese encuentro cultural que pasó a ser de propiedad de los Araujo Molina.
Carlos Melo Salazar, fue el primero en dar a conocer la música vallenata en la ciudad de Bogotá por los años 60,70.80.90.
Hoy recordamos a otros grandes en la difusión de esta música que partieron, pero también hicieron posible el reconocimiento y posicionamiento de la caja, guacharaca, acordeón, como lo fueron: Efraín Carlos Moreno, Guillermo Alfonso Mejía, Alex Emilio Maestre, Miguel Granados Arjona, Neftalí Martínez.
Para la Junta Hermética del Festival estos nombres son esquivos para ellos, no dicen nada.
Adiós, amigo. Que los cantares de cantares en el Vallenato siempre te acompañen. Seguiré con la tarea encomendada: hablar del vallenato con fundamento a esta nueva generación. Para que sepan sobre el maestro de la locución.
Un baluarte, gestor cultural, quien supo sentar cátedra en la radio de colombiana. El día de su partida pocos fueron los reconocimientos en la radio. Tal vez por desconocer su labor radiofónica.
En este país solo se recuerdan a los personajes que vitorean y rinden tributos al capital financiero.Las voces arrodilladas al poder.
No lo pude acompañar. Era lo mínimo. La ofrenda al amigo, llevarlo a su último aposento. La muerte cargó con él para siempre para que se acabara la vaina.
La muerte: esa a quien el resto de la humanidad le tiene miedo, pavor. Muchos quisieran esconderse y pasar de desapersividos a su llamado.
La muerte: esa a quien el resto de la humanidad le tiene miedo, pavor. Muchos quisieran más humanos. Si cronológicamente, nuestra existencia comienza por la muerte, filosóficamente no puede existir sino porque se mueren los demás, todos los demás, y que cada uno está paralelamente destinado a morir a su vez. De acuerdo: nuestra existencia empieza por la muerte".
Quiero concluir este recordatorio al maestro quien también tuvo sus corredurías con esta estrofa:
Oye soledad, amiga del silencio
porque no vienes y calmas mis penas
que ni alma está llena de horribles tormentos(bis)
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