Título: Otra nota sobre el Festival de la Cumbiamba
- Arminio del Cristo Mestra Osorio
- 14 may 2020
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Actualizado: 14 may 2020
Por: Arminio del Cristo Mestra Osorio
Esa noche la plaza estaba iluminada no sólo por los reflectores incandescentes sino por una luna llena que con su majestuosidad le daba otro sentir a esa noche de cumbiamba.
Las voces, el murmullo, la conversa, los saludos hacían que la plaza se convirtiera no en una torre de Babel, sino, en un rascacielos de hermandad y música.
El sonido amplificado era el de unos porros que ambientan la 'Plaza de Santa Teresa', antes de que se diera inicio a este gran festival, llamado por los cereteanos y colombianos: 'Festival Nacional de la Cumbiamba’.
Abril, el mes de las brisas y el calor. Se vuelve insoportable para alguien que viniera de Bogotá, pero de vez en cuando corría un airecito que se metía por debajo de la camisa refrescando brevemente a los asistentes al magno evento.
Una tarima dispuesta a soportar la fuerza incontrolable de las gaitas, guaches, maracas, tambores y el bailoteo de cada uno de los que allí concursan.
Canciones alegres, desenfrenadas, donde nadie puede quedarse quieto ante el llamado que hacen los instrumentos en estos conciertos populares. De igual forma, se interpretan canciones que dejan escapar un dejo triste llevándonos al infinito.
Aquí no existen las fronteras. No existe ese impedimento que es obra del ser humano. Una creación perversa.
El instrumento principal de este encuentro diverso es un canuto largo que consta de varios orificios. Cuenta con una embocadura de cera negra y termina en una abertura donde el gaitero saca el sonido soplado con la lengua, laringe y se denomina gaita: Gaita hembra - gaita macho, la configuración de estos instrumentos es tan viril como femenino.
Podríamos afirmar que en estas noches de jolgorio la gaita macho regaña a la gaita hembra en un diálogo fraternal. La primera parece darle órdenes a la segunda y ésta réplica de inmediato. Cállate, Cállate. Así se la pasan todas las noches en el Festival. Pero siempre van a estar juntas como si fueran marido y mujer.
Pero la Gaita corta es rebelde. Hace su propia voluntad. No le hace caso a nadie. Como tampoco cuenta con un sexo definido. Ella va sola en la canción, se mueve y transita por esos caminos musicales como mejor le parezca.
Suenan las gaitas en la plaza pero aparece la voz. Esa voz a medio camino entre el sonido grave, contralto, contratenor: voces de los maestros, jóvenes, adolescentes que le apuestan a convertirse en grandes predicadores del canto sinuano.
En ese mismo entorno social: se disfruta de los olores maravillosos del frito en sus distintos bocados que van desde una caramañola, pasando por una papa o una empanada media luna.
Y no puede faltar el patacón que obligatoriamente debe pasar por esa totumita revestida con agua de ajo, para que el olor termine de alborotar el hambre.
Llega el mes de abril, llega el festival, llegan las gaitas. Cereté se viste de manera singular, colorido, alegría, bullicio. El punto de encuentro será la Plaza, porque allí, se le da cabal cumplimiento a una cita con la tradición de un pueblo.
Las gaitas tienen en nosotros una rotunda afirmación criolla que hacen parte de esa memoria histórica que reclamos y está allí presente para no dejarla morir. Por eso de camino a la plaza hay que seguir pensando en valorar el folclor de las gaitas.
Valorar a los exponentes de este folclor vernáculo. Estimular la investigación a los valores raizales. Consolidar las escuelas de gaitas. Seguir informando a los medio de información sobre la importancia del festival.
Seguir comprometiendo al gobierno local, departamental con dicho festival y consolidar su proyección en el plano nacional e internacional.
Una voz de aliento para esta pandemia que no sabemos todavía a dónde nos va a llevar. Solo nos queda la esperanza de seguir cantándole a la vida cotidiana desde el disfrute espiritual y estético.
Para decirle a este virus a todo pulmón que cargamos un hálito de esperanza para que los días venideros sean diferentes. Donde la resistencia siga siendo un elemento integrador de nuestras vidas a partir del canto. Y voces que claman más justicia, igualdad, compromiso para derrotar la pobreza.
Y estoy seguro que saldrán muchos cantos y composiciones cantándole a este COVID-19.
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