Título: Nuestra música y su cercanía con la filosofía
- Arminio del Cristo Mestra Osorio
- 11 jun 2020
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 9 ene 2021
Por: Arminio del Cristo Mestra Osorio
La música, ética, política, creadores e intérpretes son al fin de cuenta saberes que se encuentran y están revestidos de certidumbres e incertidumbres.
Todo esto me permite hacer una aproximación entre la música y Maquiavelo quien generó una interesante discusión a partir del papel que juega la ética en la política.
Un intelectual de la época que escribió uno de los libros más interesantes y que siguen vigente como es el 'Príncipe' y quien estuvo influenciado por los compases musicales del renacimiento.
Fue quien consolidó los fundamentos teóricos sobre la función del poder y el ejercicio de gobernar. Así, como las canciones son el sustento de la música la ética es el nervio de la política.
La mitología griega cuenta con un sinnúmero de relatos y nos permite acercarnos a una de ellas: Se dice que 'Museo' hijo de Orfeo, dejó una frase inspiradora: "Cantar es el más dulce placer de los mortales".
Era un músico que curaba diversas enfermedades con su melodía; de igual forma, era un miembro del culto de Ceres: "La diosa de la agricultura, las cosechas y la fecundidad".
La música hace parte de ese proceso denominado sembrar y cosechar. Ésta también se siembra y por lo tanto hay cosechas buenas y malas.
Y por todo esto acudo a la reflexión filosófica del maestro Estanislao Zuleta: “El sembrador es una manera de dividir y de distribuir el tiempo en ciclos y en ritmos; es prever y en ese sentido implica asumir la pérdida de algo, que se deja de utilizar inmediatamente como alimento, con la esperanza de recuperarlo multiplicado, es un sacrificio actual, una muestra parcial de la semilla para que resucite y se reproduzca; es la inscripción en un futuro definido como un “ha de ser” y en el trabajo necesario para realizar lo que aún no es. Y cosechar también es reunir, y reunir es una figura del pensar, pues el pensar reúne, compone, produce síntesis nuevas. Así “cosechar” y “sembrar” pensados a fondos, son el logos, el pensamiento”.
La música para mi es el pensamiento del compositor y del poeta; como también es la razón con mucha capacidad humana.
Por eso ella viene siendo la voz del mundo. Un canto infinito para la humanidad. La alegría para los enamorados del universo. Una manera para derrotar la tristeza. Para ausentar el miedo y no perder la capacidad de asombro y si en verdad se quiere con el corazón ésta también sabe llegar a este músculo.
"El poder de la palabra ayuda en la elaboración del discurso, cuyo objetivo, claramente, se basa en amenizar, subrayar, enfatizar, llamar la atención, en torno a un determinado punto de vista que genera sentimientos".
Nuestra música está cargada de palabras que nos cambian la forma de actuar, pensar, hacer, por eso las figuras literarias, como la metáfora, el símil, la alegoría, el apóstrofe, la antítesis o contraste, la hipérbole, la onomatopeya, la paradoja, la personificación, la sinestesia y el retruécano permiten que el creador y los poetas populares le den mucha fuerza creativa a cada uno de sus cantos.
Cómo no recordar que Friedrich Nietzsche, afirmó "La vida sin la música es sencillamente un error, una fatiga, un exilio" y también proclamó que "la música era la auténtica expresión del mundo". Contó con una excepcionalidad musical ya que a los 14 años ingresó en la escuela Schulpforta de Naumburgo. Allí, aprendió a tocar el piano con buena técnica, amén de aprender a escribir música".
De igual manera, le doy el reconocimiento de ser un gran educador para esos tiempos por todo su aporte. "Nietzsche, con su filosofía, levanta la voz contra todo facilismo, contra la docilidad de los institutos y universidades que han olvidado su misión originaria y solamente sirven para formar funcionarios del Estado, sin ninguna crítica a ese neo analfabetismo de los esclavos competentes". Y pensar que muchos filósofos no son devotos de la música.
Platón "sospechaba de la música y en La república, donde expone su modelo ideal de orden social, dijo que el Estado debe ejercer un control total sobre la música y prohibir aquella que sea perjudicial porque corrompe el espíritu.
Immanuel Kant: filósofo alemán reconocía que la música daba placer. La elevación del espíritu es mucho más importante que el goce estético".
‘Aristóteles y la música’: aquí encontramos muchas miradas del filósofo sobre este tema. En varias ocasiones hizo referencia a los beneficios de la música para las personas, por ejemplo:
“La necesidad de que la música forme parte de la educación de los jóvenes pues contribuye, de algún modo, a la formación del carácter y del alma”.
“Actualmente la mayoría cultiva la música por placer, pero los que en un principio la incluyeron en la educación, lo hicieron porque la misma naturaleza busca no sólo el trabajar correctamente, sino también el poder servirse noblemente del ocio”.
Toda esta elucubración tiene como objetivo acercarnos a ese ambiente musical de nuestros creadores, músicos, acordeoneros y compositores de nuestra región Caribe, como lo son Enrique Díaz, Alfredo Gutiérrez y Adolfo Pacheco.
Enrique Díaz: Dedicado a los quehaceres del campo desde muy niño. No contó con la suerte de ir a la escuela para abrazar el universo del saber. Tuvo una familia numerosa de veinte hermanos. Un cantor popular que gozo de la aceptación de un público que lo convirtió en un referente musical al interior del campesinado, el gran hacendado y de un público que residía en la gran ciudad.
Como cantor siempre estuvo acompañado de esas musas inspiradoras de acuerdo a la teoría de Platón. Unas creencias y una inspiración que lo sacaba del ajetreo de esa vida cotidiana que se paseaba por una caseta hasta la monumental Corraleja, herencia de ese mundo feudal.
Conoció la música, melodía, sonido y composición a través de la violina (Dulzaina). La misma que permite la ejecución del acordeón por la aproximación de escala. Se hizo a su primera acordeón de dos teclados, con el esfuerzo de su madre, quien creyó en su talento musical. Allí terminó de afianzar su empirismo musical.
Compositor e intérprete de canciones Líricas, producto del desamor y aquellas que le cantaba a la muerte, como ‘La Caja Negra’, ‘La muerte viene a caballo’, ‘La circular’, ‘La muerte de palomino’, ‘La muerte de Eduardo Lora’, Vida parrandera’, ‘Las cuatro velas’ ‘Mi mala suerte’ ‘El aparato’.
Deseo justificar esa visión de la muerte en Enrique Díaz y por qué tanta afinidad con estas letras inspiradas en la muerte a partir del texto ‘El eclipse de la muerte’ cuyo autor es el filósofo francés Robert Redeker, he tomado un párrafo que nos indica:
¿Y entonces qué seríamos sin la muerte?
Todo lo que somos, todo lo que nos importa, no existiría sin la muerte. No se contenta con liberarnos del ego-lo que ya es bastante, inmenso. No le basta su papel pedagógico; cuando la simulamos en nuestra mente, es decir cuando la pensamos, nos muestra que existe un más allá del ego, la verdad de nuestro ser. No, logra mucho más: sin la muerte, no hay nada, no hay mundo humano, no hay familia, ni sociedad, ni patria, ni cultura, ni seguramente amor. En cuanto al creyente, él nos dirá: sin la muerte, no hay ni redención ni salvación. Sin la muerte, solo existe la nada”.
Sus ejecuciones eran un manantial de musicalidad. Toque variado no se escuchaban repeticiones y diestro en el manejo de los altos y bajos. Su modo de cantar y frasear deja la sensación que estaba saboreando la letra como si fuera uno de esos helados del gran Caribe. Fue un innovador, un campesino natural de ‘María la Baja’ territorio ubicado en el departamento de Bolívar.
Adolfo Pacheco Anillo:”Recordemos que el maestro Adolfo desde sus inicios como compositor e intérprete se interesó por la historia y las raíces de la gaita, el tambor, el acordeón, el cardón, por los ritmos, sus intérpretes, las voces, los versos, su leyenda y su etnicidad, por ello siempre buscó el diálogo con los mayores, Toño Fernández, Juan Lara, Ramón Vargas, Andrés Landero, y algunas de sus canciones lleva el sello persistente de la investigación.
La canción ‘Fuente Vallenata’, es la historia, el aporte de los pueblos, las razas, los instrumentos de la música de acordeón posesionada con el nombre de vallenata… Con ‘El pergamino’ el maestro muestra una faceta personal donde declina la rebeldía ante un político de turno, quien le obsequió un título honorífico del orden departamental.
Pero en ‘Cantó mi machete’ saca a relucir nuevamente su hidalguía de hombre con raíces profundas en su pueblo sanjacintero, para denunciar su injusticia y su calamidad. Postura de conciliación y grito de cese a la violencia, asume con la canción ‘Tutela por la paz”. En una sola frase: ‘Adolfo Pacheco: El sanjacintero Mayor’.
Alfredo Gutiérrez: En sinnúmero de ocasiones se ha afirmado que Alfredo Gutiérrez, grabó a muy temprana edad, que padeció los rigores de la pobreza, que cantó en los buses de la capital de la república para mitigar el hambre.
Fue uno de los fundadores de los Corraleros de Majagual y que hizo parte de los Caporales del Magdalena.
El que innovó el toque del acordeón y al mismo tiempo revolucionó la música vallenata con su propuesta musical. Como también fue el primero en proponer que la música vallenata se interpretará en violín.
Ha ganado el Festival de la Leyenda Vallenata en tres ocasiones (1974-1978-1986), ha llevado el ritmo vallenato a otros continentes dejando en alto nuestra cultura musical. Es campeón del mundo en el toque del acordeón, y quizás se me queden por fuera otros reconocimientos que tiene este maestro del acordeón.
Otro mérito que tiene, es saber cantar, componer y tocar como lo saben hacer los grandes músicos del mundo. No puede competir con un alemán, ruso, húngaro, francés, educados en las grandes academias y diestros en tocar el acordeón con partituras y todo lo que exige la música académica.
Pero de lo que sí estoy seguro, es que estos maestros, no tienen esa espontaneidad, alegría y creatividad que le imprime nuestro Rey vallenato. Por lo menos van a necesitar dos o tres años para contagiarse de ese universo musical.
Allí detrás de ese personaje jocoso, mamador de gallo, loco, espontáneo, lo que tenemos es todo un músico, el que ha podido demostrar que la música vallenata es más que ese ritmo meloso, llorón, seudo-sentimental y hasta grotesco cuando se ha querido mezclar con otros ritmos, para ver que experimento sale, dando como resultado los fracasos comerciales.
En la década de los sesenta, setenta y los ochenta, y hasta cuando el laboratorio musical le funcionó, grabó paseboles, paseíto, porros, y hasta incursionar con la ranchera, y el experimento le dio resultado, sólo porque era Alfredo.
Había roto todos los paradigmas en la música y había entendido sin proponérselo que él entendía la modernidad desde esa óptica. Vislumbra el futuro de la música vallenata y el folclor de la región Caribe.
Él, al lado de Luís Enrique Martínez, quien fuera su faro para tocar el acordeón, le dio un sentir y un manejo diferente al toque del instrumento.
No en vano los Corraleros de Majagual, son un punto de referencia para entender e interpretar ese concepto de la modernidad en la música colombiana.
Nuestra música no es ajena a toda esa revolución cultural que se da en la literatura, pintura, poesía, y Alfredo Gutiérrez tiene que ver con todo ese movimiento, que tampoco es ajeno a la música vallenata.
Esa es nuestra música la que está atravesada por un sinnúmero de miradas académicas y que con estas aproximaciones sólo se busca la grandeza de la música de ese gran Caribe.
Maestros, acordeoneros, compositores y poetas populares son la razón de ser de estos pueblos que buscan derrotar el miedo y no perder la capacidad de asombro a través de la música.
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