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  • Foto del escritor Arminio del Cristo Mestra Osorio

El universo musical del cantautor Diomedes Diaz Maestre

Actualizado: 7 ago 2023

Por: Arminio del Cristo Mestra Osorio

En este país podemos señalar enclaves geográficos que han permitido encontrar dignos representantes de la música vallenata.


Nos podemos olvidar a las sábanas de Sucre, Córdoba y el gran Bolívar. Sin olvidar que los departamentos del Cesar, Magdalena, la Guajira han sido prolíficos en compositores, cantantes, acordeoneros y cantautores.


El Cesar cuenta con varias dinastías de acordeoneros entre las que figuran, Los López, Durán, Granados, Bolaños, que decir de sus compositores, Samuel Martínez, José Hernández Maestre (q.e.p.d.), Gustavo Gutiérrez Cabello, Rafael Escalona (q.e.p.d.) Omar Geles.


El Magdalena no se queda atrás con la dinastía de los Rada con rey vitalicio y rey vallenato. La Guajira es inmensa, es cuna de compositores y eximios acordeoneros, con solo hablar de los Zuleta, nos permitiría escribir un centenar de cuartillas sobre esta familia, allí también están los Martínez, Romero, Salas, Maestre y Díaz.


De las dinastías Díaz-Maestre surgió un cantautor llamado Diomedes Díaz Maestre, quien con su talento logró cultivar un universo musical. Tuvo un reconocimiento a lo largo y ancho del país como uno de los mejores cantantes y compositores en el folclor vallenato.


Para recibir estos méritos debió vivir todo un proceso: al principio pocos fueron los reconocimientos, fueron más los epítetos, las burlas que soportó de los incrédulos que lo rodeaban por esos tiempos.


Pero no desfalleció en el intento de querer demostrar que podía cantar y componer. A pesar de venir de una cuna pobre pudo hacer versos y canciones, así no hubiese saboreado las mieles de la gran escuela. Ya que para la época se rodeó de grandes autores conocidos por toda esa región.


Esos mismos creadores permitieron que el joven se convirtiera en un soñador de fantasías y de amores escondidos, los que posteriormente desfilaron por su imaginación.


Su mundo no fue virtual. Soportó la inclemencia del tiempo, porque desde bien temprano tuvo que trabajar en la recóndita y majestuosa Sierra Nevada, cuidando chivos y pastoreando ovejas; los matorrales fueron sus confidentes.


En ese espacio construyó su vida cotidiana al calor de la rutina, del asombro para derrotar el miedo, descubriendo así el mundo maravilloso de ese entorno y supo de los primeros estragos que dejaba una borrachera con ron chirinche.


Cómo no recordar sus travesuras infantiles cuando decidió llevarse un burro para la Sierra sin el consentimiento del propietario, hasta botar la plata de la venta unos chivos por echarla en el bolsillo roto del pantalón corto.


Ese mismo burro de color cenizo era el que todas las tardes rebuznaba a una hora precisa y Diomedes Díaz decía: que estaba llorando por falta de amor”. Todos estos ingredientes terrenales fueron más que suficientes para dedicarse a la composición. ¿Qué más podía pedir? Si ahí estaban todas las vivencias, allí se reunía todo ese micromundo para fabular.


El creador que le aportó grandes composiciones a la música vallenata. Una particularidad importante fue que en cada uno de sus trabajos discográfico estaban una o dos letras de su autoría.


Es el cantante que más merengue ha grabado en la música vallenata y el que mejor fraseaba este ritmo. Sus primeras canciones fueron grabadas por Jorge Quiroz y Luciano Poveda, “La Negra” , “Cantor campesino” canciones que se programaron en “Radio Guatapurí”.


Su inicio musical no quedaría ahí, porque la entereza del chivato estaba trazada para buscar nuevas orbitas. A partir de sus propios esfuerzos logró escalar un peldaño ya que nadie creía en la posibilidad de que él grabara y lo pudo hacer al lado del rey vallenato Nafer Santiago Durán Díaz.


¡Vaya que sorpresa! El bullicioso, el necio, el cansón, el que no tenía medida musical para cantar, estaba culminando su segundo momento al cantar su propia canción “El Chanchullito”, éxito en todo el territorio nacional.


Pero antes de llegar hasta esta cima también se debe recordar que en el año de 1973 se presentó en la sexta versión del festival de la Leyenda vallenata tocándole la guacharaca a Israel Romero. Fue la única vez que este acordeonero participó en el citado festival.


De igual forma, le hizo entrega a Rafael Orozco dos composiciones para que este se las grabara al lado de Emilio Oviedo, estas fueron: “26 de mayo” y “cariñito de mi vida” , Rafael se decidió por la segunda convirtiéndose también en todo un éxito.


Es en esta canción es donde Rafael Orozco lo bautiza como el “Cacique de la Junta”: solo porque el cantante lo oyó decir al propio Diomedes que el era el poeta y el Cacique de la Junta.


“Ay, el tiempo de invierno en las Montañas.

Las cubre las nubes en la cima

Y se reverdecen las sabanas

Se colma la fauna de alegría”.


Esta canción para ser aceptada no recurrió a la exageración en los estribillos, como tampoco a las construcciones insulsas y al lagrimeo. Es un canto que recoge unas vivencias de un ser que vive el instante, se recreó con una melodía y unos versos para descifrar esos inicios de gloria musical.


En el año de 1976 se hace presente en el festival vallenato no como Guacharaquero, sin no, como compositor y presentó la canción “Hijo Agradecido”, ocupando un tercer lugar. Esta canción fue grabada por el cantante Pedro García con “Los Cañaguateros.


Esa vida cotidiana vivida cara a cara y padecida desde adentro y desde afuera, fue lo que le permitió ir más allá de sus límites, le dio vida a la imaginación y a la creatividad, ojo que no son sinónimos. Aquí acontece lo que pasa entre el lector y el escritor: Diomedes compuso sus temas para que unos seguidores vieran reflejados sus quehaceres diarios, el suceso, el acontecer de parte de un creador de carne y huesos.


No podría negársele a Diomedes todo ese aporte realizado a partir de creaciones. Recordemos algunas de ellas, “El Profesional” , “Bonita” , “Te necesito” , “Mi muchacho” , “Ayúdame a quererte” , “Brindo con el alma” , “Sin ti”, “Dos claveles”, “El gallo y el pollo” , “Te quiero mucho” , “Una de mis canciones” , “Bendito sea dios”, etc.


Las letras de estas canciones llenan el vacío que hoy existe en el folclor vallenato. Suplen la falta de buenas composiciones. Por que ante la crisis de buenos compositores es bueno volver a escuchar estos temas. Y se diferencian de las actuales por la sencilla razón que allí hay un trabajo con sentido de pertenencia, sin facilismos, sin exageraciones, sin maltrato a la mujer, ni chabacanería, ni maltrato al lenguaje ni a la palabra.


Para mí se cantaron como debe cantarse un buen canto vallenato, válidas también ante la “muerte” prematura de ciertos cantantes que uno no sabe si cantan, hablan o refunfuñan.


Diomedes trasmitió palabras sencillas a partir de su canto varonil, nos permitía sentir la vida, el amor desde otras percepciones, no era el canto al despecho, al desamor, o el canto que evocaba la muerte por la desilusión amorosa.


Una canción vallenata inspirada y la que nos permite vivir, compartir, soñar, recordar momentos en nuestras vidas. Este canto nos podía llenar de certidumbres como también lograba invadirnos de incertidumbres. Tal vez esta no sea la función social de la música.


Lo ciertos es que, cuando se ausculta las temáticas en las canciones de Diomedes: hay para escoger, porque están hechas con rigurosidad. Hay un universo de amores, costumbres, sucesos, vivencias que el cantautor supo trasmitir.


En sus composiciones existieron momentos valiosos para resaltar, fue inmenso y a veces demasiado lineal, con pocos atributos y sin sorpresas melódicas. Podríamos señalar este momento cuando empezó a decaer como compositor. Con esto no estoy negándole ni quitándole la importancia de su primera y segunda fase como compositor neto.


Hoy podemos valorar sin temor a equivocarnos su grandeza creadora, su obra musical, sin ningún tipo de prejuicios y estigmatizaciones. Este reconocimiento debe partir de los conocedores, creadores, investigadores y de los estudiosos de estos vallenatos.


Sencillamente, se puede afirmar que su talento artístico habló por si solo. Existen otras instancias teóricas, poéticas, sociológicas que nos brindaran otras variantes para el discurso y para resolvernos el siguiente interrogante ¿Por qué Diomedes Díaz, sigue teniendo acogida y admiración de unos sectores sociales que lo siguen admirando como cantante y compositor?


Cómo compositor hoy lo ponemos al lado de Emiliano Zuleta Baquero, Emiliano Zuleta Díaz, Adolfo Pacheco Anillo, Calixto Ochoa Campos, Hernando Marín, Carlos Huertas, Daniel Celedón, Octavio Daza, Gustavo Gutiérrez Cabello, Leandro Díaz, Edilberto Daza, Fredy Molina, Rosendo Romero, Fernando Meneses, Marciano Martínez, Hernán Urbina, allí está y quedará registrado en la galería de los grandes.


“El cacique de la junta” o el cantante de Carrizal pudo haber nacido en cualquier región de este país o en el pueblo más distante de la civilización, pero lo cierto es, que sus creaciones estaban destinadas a irrigar el mundo musical de la Guajira, Cesar, Magdalena, Córdoba, Bolívar y todo el territorio nacional y más allá de nuestras fronteras.


El aporte del cantautor está allí abierto de para en par como una ventana de nuestro Caribe para que sea explorada, analizada y se puedan sacar conclusiones de este aporte musical.


Diomedes: el hombre, el ser con condición humana, el soñador que forjó ilusiones y esperanzas a partir de su creatividad. Deseo terminar esta respetuosa aproximación al cantor vallenato, con un verso que compuso cuando iniciaba su carrera de compositor.


“De cinco años empecé

A comprender la vida

Al lado de mi familia”.








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