Título: Los medios de información frente al miedo y la verdad
- Arminio del Cristo Mestra Osorio
- 3 ago
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Por: Arminio del Cristo Mestra Osorio
Que falta de seriedad en la comunicación que presentan los miedos de información del país. Y digo miedos de información, porque lo que hacen es meterle miedo, a la población, utilizándolo como arma política para amedrentar a los ciudadanos de a pie.
“El miedo ha ensombrecido nuestra política y nuestra cultura, desde el jardín del Edén hasta la época actual, en la que, como nunca antes, se hace evidente el miedo político represor. El miedo es utilizado para reorganizar la estructura de poder de la sociedad, dando más a los que ya tiene mucho y despojando a los que tiene poco”.
“A lo que más le temo es al miedo”, declaró en alguna ocasión el ensayista francés Michel de Montaigne: desde entonces, filósofos, políticos, estudiosos y expertos consideran al miedo como uno de los grandes males de la civilización, el impedimento más letal de la libertad, contra el que se debe luchar a toda costa”.
A eso es, a lo que le apuestan en Colombia, vender la cizaña, desinformar, y elaborar una parrilla de programación jerarquizada, no con los contenidos informativos que necesita tener la sociedad para estar bien informada, si no, con una posverdad, dañina en todo sentido.
Ya se sabe que la mentira circula más rápido que la verdad: que es lo que reclama la sociedad colombiana en los actuales momentos y, donde la red es la protagonista de esta puesta en escena.
El día 20 de julio, cuando se instaló el otro periodo del Congreso colombiano, el presidente de la república intervino para hacer un informe de su quehacer administrativo, allí solo se escucharon, silbidos, insultos, algarabías e intervenciones sin contexto, lo que brilló fue una puesta en escena sin pruebas y, sin datos estadísticos, que dijeran que lo planteado por el primer mandatario carecían de validez.
La verdad estuvo ausente, no se escuchó un solo discurso que reivindicara, la verdad, solo la verdad. Quizás la mayor parte de estos señores, llamados congresistas, desconocen el fundamento político y filosófico que encierra esta palabra.
Por eso se planeta, que “la crisis de la verdad es siempre una crisis de la sociedad. Sin la verdad, la sociedad se desintegra internamente. Entonces se mantiene unida solo por relaciones externas e instrumentales. Todos los valores humanos se han vuelto en la actualidad económicos y comerciales. La sociedad y la cultura se están mercantilizando. La mercancía sustituye a la verdad”.
¿Y de qué está construida esa verdad, si no, de palabras? “pero la palabra entregada al poder no es lenguaje sino pura consigna, mandato, explotación, ajena a la preciosa libertad que es el destino profundo de la verdadera palabra humana.
El lenguaje congrega y comunica, la violencia obtura y destruye. Cuando la violencia se apodera del lenguaje tenemos la repetición compulsiva del insulto”.
A cada instante lo que se escucha y lo que el ciudadano se encuentra en la red es el insulto, marcartización, exclusión, amenaza de muerte, segregación, más violencia, incluyendo la radio, televisión y prensa.
De esta última solo hay que mirar sus titulares entre semanas y los días domingo; la televisión, el desenfoque periodístico de los acontecimientos que debieran resaltarse, cae en una descontextualización tan peligrosa como el miedo.
En la radio solo hay que escuchar a los susodichos directores, invitando al presidente a que vaya a pagar los equipos de transmisión, comentaristas deportivos con un discurso de ultraderecha, reivindicado por ellos mismo desde la libertad de información. Los áulicos sentados en la mesa de trabajo repitiendo frases, afirmaciones, editoriales, sin ningún tipo de comprobación.
Para seguir con el día de la instalación del magnánimo Congreso Colombiano, después de la intervención de Gustavo Petro, el presidente de los colombianos, se le dio paso a las réplicas y a la oposición, que dudo mucho en llamarla oposición, porque carece de un discurso con coherencia y, no tiene sentido de pertenencia mucho menos pertinencia.
Tomó el uso de la palabra, la representante Lina María Garrido, la que se volvió tendencia en las redes sociales, solo por gritar diatribas, insultos y mentiras en ese salón de la “democracia”, donde se han gestado debates interesantes en la historia política de Colombia, incluyendo los de Gustavo Petro, en torno a la parapolítica en Colombia y Antioquia, Odebrecht y el debate histórico que le hizo al fiscal de los enredos, Humberto Martínez Salcedo.
Y que pensaron los miedos de información y, que soñaron estos señores que todavía vivimos en la época de los espejitos: no, por supuesto que no. Esta señora lo que le mostró al país es que no tiene argumentos, no sabe contextualizar su discurso; sin un solo contraargumento que pudiera desmontar el discurso sobre política, resultados económicos y logros, que había planteado el presidente de la República, en el sagrado recinto.
Ella se salió completamente del lenguaje verbal y supongo que tampoco tendrá un lenguaje escrito con mucha prestancia, si al redactar desconoce la importancia de la sintaxis de la oración, los problemas sintácticos de la oración y de un análisis morfológico.
Le falta mucho a la “distinguida congresista”. Pero estos medios solo hicieron eco de sus maneras de hablar, señalar, enjuiciar, y ni siquiera se detuvieron para encontrar donde radicaba la vehemencia filosófica, política y sociológica de su discurso.
Alguien me dijo que eso fue un intento de discurso, se lo acepte, otro compañero de aula me indicó que eso era pura retórica: allí, me tocó tomar distancia.
Porque lo ciertos es, que la retórica es mucho más sería. Ella, (la madre de la patria), no distingue ¿Qué significa pensar? ¿En qué consiste el pensamiento? ¿Cuáles son las condiciones que lo hacen posible?
Y dudo mucho que llegue acercarse a este tipo de discernimiento. Ojalá, leyera la crítica de Sócrates a la retórica, donde Gorgias le responde, “que no es posible acusar a la retórica en si misma; que esta debe ser estudiada y adquirida como un poder; y que un problema distinto es
saber en que se emplea ese poder... quienes la practican lo hacen para volverse más fuertes y tener un mayor poder sin importar si éste va a ser utilizado para defender una causa justa o injusta; lo que es bueno en sí es su adquisición”
Al menos se pudiera ilustrarse un poco más, para no caer, en esos circunloquios fastidiosos, sin rigurosidad discursiva. Y supiera aclarar, sin algún día, se le ocurre decir que lo suyo es retórica.
En Colombia, la verdad está viviendo una dura crisis y, estos medios de información no se acercan a ella, prefieren acudir a la mentira, tergiversan los hechos: en la “era de las fake news, la desinformación, la realidad y las verdades fácticas se han esfumado”.
Si no, revisen la galería de los “famosos periodistas”, los cuales nos dejan una serie de dudas, que no solo producen angustia, sino, preocupación desde lo ético.
Hoy seguimos reclamando que el papel de los medios de información en las crisis debe ser los mismo en los momentos en que no estamos padeciendo crisis, ese papel parte de una información coherente, contar sobre la normalidad y la crisis, de la manera más veraz posible. “La opinión es libre, la información es sagrada, lo dice un viejo aforismo del periodismo anglosajón”.
Basta ya, de tanta mentira, basta ya, de tanta desinformación y, basta ya, de privilegiar a ese engranaje capitalista que busca desestabilizar nuestra democracia a partir del papel que cumplen sus medios de información.

Excelente y oportuna disertación sobre un tema que se ha vuelto el pan de cada y, de vez en cuando no cae mal refrescar la memoria a rectificar parte de la basura que se viene utilizando como herramienta destructora de las pocas cosas buenas que aún le quedan a nuestro país y que permaneceremos alertas a no seguir cayendo en las malas mañas de algunos oportunistas que siembran el odio y la desidia a aceptar el palpable avance de nuestro querido presidente.